Y el cielo se abría esperando que saliese María, tras una mañana que parecía que todo el mundo temía.
Y ella elegante y radiante se asomaba entre incienso, rayos de sol y pétalos.
Y por su casa, en su enorme trono, con los suyos, con los Trinitarios, María se sentía querida, y el barrio le arropaba.
Tras una vuelta por su barrio, hacia la peña Trinitaria bajo! Allí un coro le canto.
Ya de vuelta a su casa por su calle trinidad, entre una alfombra aromática llena de hierbabuena, romero y albahaca, era recibida entre pétalos por las hermandades de salud, soledad y Rocío.


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